¡Bajo silencio a
cuesta
nuestra carga de vida!
yo tú él
ellos un nosotros
tallado
en totalidad compacta
para conjugación
del verbo ¡cargar!
invisible
equipaje obligado a llevar
a la
espalda para solo mirar adelante
buscando
la constancia de un florecer
¡reíros encendiendo la alegría! como
la
primavera que se gesta en invierno
bajo
el sonreír melancólico del otoño
Y desde la fuente donde habitan los residentes de piedra bajo
la espléndida esbeltez de las caobas del parque Los
Caobos
aquella tarde lánguida esparciéndose entre sus penumbras
suelta la mirada
larga alargándose como buscando la vida
que todavía no ha podido encontrar lugar donde habitar
igual al sendero titubeante que pasa al lado del
estanque
también buscando perdiéndose en la tarde penumbrosa
¡qué reverberación
de recuerdos sin identificarse!
Y los residentes
de piedra de la fuente como
en diálogo con las fuerzas silentes de la naturaleza
¿cómo sosegar esa
insistente búsqueda de la vida?
¡del hombre! como si fuera el mismo Caín bíblico
y a su espalda el alma mirando con ansiedad
aquellas interminables ondulaciones del agua
porque ellas si saben su origen y a donde llegar
Y como la brisa flota el deseo de ser como las aguas
guiándonos en su escasa luminosidad sobre sus rieles
y que sin querer muy sutil nos señalan horizontes
donde esa vida quisiera construir su propio universo
pero ¡hasta cuándo
vivir de esperanzas!
Y el silencio como golpeándose así mismo
igual a esas luces contra sombras envolventes
quiere abrirse en brechas para que pase la luz
y definitivamente días ¡nuevos días! en la vida
¡qué hambre de gozo
se siente bajo penumbra!
Y ver en el estanque sus aguas viviendo paz
besando a los últimos reflejos cobres de la tarde
que palidece pero aún alcanzando aquella
familia de hongos desgranando sus amarillos
con sus sombreritos florecientes buscando luz
increíble su vida brotando alegre en la hendidura
entre el estanque y el suelo por donde escapan
haz de hilillos de aguas irradiando sutiles arcoíris
¡qué vida tan espléndida
en tan reducido espacio que
se amplía con ese
hongo en catarata sobre el árbol!
Y bajando sus ojos la mirada allí se hospeda
sintiendo con ansiedad vivir en alguna alegría
brutal contraste involuntario comparándose
con ese reír bullicioso de la familia de hongos
e imperceptible siente una violencia antigua
en ráfagas repercutiendo en ecos sin ruidos
que rompe su quietud interior en fragmentos
¡vida que mengua mirando
una vida creciente!
Y llueven los cómo
los agresivos por qué
en conjunto coro con los residentes de piedra
pero como siempre el silencio en muro mudo
solo el contraste cruel:
los hongos con su vida plena
él apenas ser existente solo porque mira melancólico
vagando entre los sombreritos de los hongos
igual el sobrio bronce de la tarde que muere
entre copas de caobas alebrestados por la brisa
Y ¿por qué su vida teniendo
espacio solo sobrevive
mientras que la de
ellos florecen en hendiduras?
¿cómo esa antigua
violencia rompiéndola
mientras ellos con
risas rompen en amarillos?
Y ese mirar como languideciendo tropieza con
transeúntes que también arrastran su mirada
y sus ojos mirando en los de ellos testimonian
¡qué ausencia de
vida padecemos!
y las estrellas ya asomándose ahondan
la paz de las aguas del estanque que como
niñas se ponen a jugar con las hojas que flotan
y la vida
verdadera cunde en cantos de grillos
trayendo en respuestas conciertos de sapitos
¡qué recuerdos
llegan! ¡noches de Boca de Uchire
y aquella lírica
conversa de la dulce madre
bajo la luna brotando
entre su encantadora risa!
Y bajo la noche que la brisa le arroja
él recoge su mirar que otra vez guarda
como única posesión que aviva su fogata
y como despidiéndose eleva sus hombros
emprendiendo el regreso ¿cuántas veces? y
nuevamente carga su espíritu de esperanzas
Pero esta vez se detiene a ver aquella flor
que antes no miró la largueza de su mirada y
pensativo se asombra ante los sacos de polen
que festejan sus pétalos en lágrimas de rocíos
y hasta un silbido se le escapa melodiando
una cancioncilla ya olvidada en el tiempo
pero que estremecen a los pétalos de la flor