lunes, marzo 18, 2013

Venezuela ¿a dónde va?


Los creyentes de Dios en sus "vidas" afirman con mucha fe: “Dios sabe lo que hace”, “esa es la voluntad de Dios”, “así lo quiso Dios”.

Y él solo tenía 58 años. Toda una vida por delante, y muchas ganas de vivir. Y en esta vida juró ejercer el Poder hasta el 2031, y llegado aquí, “ya veremos” más allá: perpetuar la revolución hasta “un punto de no retorno”. Pero solo pudo hasta el 2013, porque Dios, al parecer,   en sus designios inescrutables tenía otros planes. Y como “Dios sabe lo que hace”, “esa es la voluntad de Dios”, “así lo quiso Dios”, el mismo Dios lo llamó a “vivir” en su reino. Y a la Venezuela creyente, le dejó su Mito. Un “salomónico” cambio, pero ¿por qué a esa edad? ¿no estaba haciendo bien su obra? Y del cielo cae la sentencia: “por el pecado eres castigado”.




Aún vivimos tiempos donde minorías sociales son dueñas del poder político-militar-económico-social que dirige la sociedad. Y han sido de signos ideo-políticos distintos: izquierdas, derechas o de centros. O como algunos gustan decir: revolucionarios o contrarrevolucionarios. Y ellas, prometiendo a las mayorías sociales una vida mejor, se apropian de ese estamento de poder solo para acrecentar sus riquezas y privilegios, mientras que esta mayoría continúa viviendo en precarias condiciones de vida, pero bajo la ilusión que lo prometido le será cumplido. Y  hasta el día de hoy, en dictaduras, democracias o socialismos, ésta promesa aún sigue en sólo promesa. Y estos regímenes suman siglos haciendo historia de violencia y positivismo, testimoniando esta desigual situación. Entonces, la sociedad donde reine un vivir mejor aún está en el futuro.

En el mundo este es el Orden social establecido. Pero en Venezuela, ocurrió en el periodo –fines siglo XV-XIX- con la conquista y colonización española. Desde entonces, se impuso una larga historia de violencia. Su vida e historia aborigen se les sustituye en forma cruenta por otra historia que hará de la violencia su modo-método-hacedor de vida social. Y con ella, le imponen otros mitos, otra religión. Ahora, su historia se jalona en sucesión de violencias: la colonial que crea el Orden del colono contra él aborigen. Luego da paso a la guerra de la “independencia” que funda la primera República del “mantuano” criollo; le sigue la guerra federal que la lleva a República “federalista” del mismo “mantuano”. Y después, las guerras cívico-montoneras, completadas luego, por políticas de sufragios, que mutarán esta República “federalista” a República “democrática, alternativa y federal”.



Y en esta historia, estos Ordenes diseñan su estructura institucional política-militar-educativa-jurídica-social-religiosa solo para preservarse en el tiempo y asegurar sus intereses privados. Y entre sus fines particulares, van a desarrollar una política ideo-comunicacional que lejos de contribuir a formar conductas, opinión y conciencias proclives a un mejoramiento de la vida social, lo que hace es trastocar y deformar los valores de la persona y  del colectivo, para que alienados y desunidos, aprendan vivir de la esperanza que da la ilusión, pero en la cruda realidad, una vida de pobreza, ignorancia e intolerancia, como eficaz sostén de su propio Poder cívico-militar para acrecentar los beneficios-privilegios de esa minoría dominante.

Y como consecuencia, de esa política se deriva una producción informática que miente, apabulla y aplasta a la persona y al colectivo, mediante mecanismos de repetición de palabras-imágenes que convierte la mentira en verdad, la información en desinformación, la opinión en delito, la libertad de prensa en censura, al disidente en delincuente, a los derechos humanos en anti-derechos humanos, a la Constitución en Anti-Constitución y a la Justicia en Anti-justicia, etc., y de paso, niega el pensar libre, el ascenso educativo-social, el acceso a una salud de calidad, a una previsión-protección social, y en las relaciones humanas, legitima el miedo. Y con la aplicación sistemática de políticas populistas, al hombre social productivo, lo convierte en un mendigo de la dádiva estatal. Y en el fondo, como personaje mítico-escénico, detrás de las cortinas, el gran “bastón del hechicero”: la renta petrolera que todo lo provee. Y esta historia conduce a la hoy República Bolivariana Socialista.


Y este República “socialista” ante un gigantesco ingreso petrolero a causa de los altos precios del crudo, incrementa sus indicadores sociales, tales como: la inseguridad social incontrolada, deuda interna-externa difícil de pagar y un déficit fiscal en aumento; la destrucción del aparato productivo y de la propiedad por una política de expropiaciones, reducción de la producción nacional a favor de la importación creciente que nos hace más dependiente del mercado exterior, y la caída crítica de la producción petrolera; llegamos a la quinta devaluación de la moneda, y la sexta está en puerta. Y sumemos, un sostenido desabastecimiento progresivo del mercado, una inflación y violencia social en los primeros puestos a nivel mundial, reducción del nivel de empleo y aumento del informal y del costo de la vida; la educación y los servicios de salud en alarmante deterioro, e igual de crítico el estado de las infraestructuras viales, servicio eléctrico y la sanidad pública, etc. Y algo grave: manos cubanas en puestos claves de la dirección del Estado, que obliga preguntar por la dignidad y soberanía nacional. Cuba, es hoy, el gran “socio, consejero y guía” del Estado venezolano a cambio de un grueso volumen de petróleo que se le regala.


Y a este cuadro, agreguemos la existencia de un determinante ambiente mítico-mesiánico que todo lo santifica y justifica, y promueve un exacerbado culto, casi religión, que está construyéndose en mito, teñido de pasión-dolor,  concentraciones militantes, gestos de violencia y fanatismo. Un mito que ya actúa con “sacerdotes propios”, tomados de la santería criolla y cubana, y de la religión católica; con cantores, pintores y periodistas propios, prestados y  “expropiados”. Hoy -como nunca-, ha crecido esta práctica del realismo mágico: “palo mayombe” (babalawos), espiritismo, “yoruba”, “paleros”, “magia negra”. Todo un sincretismo religioso Y a su servicio se le pone todo un ceremonial y publicidad para popularizarlo. Y como eje toma cuerpo la Entidad: Imagen-Símbolo-Divinidad –esencia del Mito- que ya se le ubica en la Jerarquía religiosa  “después de Dios”,  “igual a Bolívar”, y  en “relación con Cristo”. La acción de esta Entidad mítica ya ha originado un culto-religión bolivariano: mezcla de “chamanismo”, santería criolla-cubana-católica y espiritismo, que se expresa con slogan, consignas, íconos, rezos, juramentos y “vivas”. Y convoca –entre otros signos- a la “trinidad santa”: Entidad-Dios/Cristo-Bolívar. Y en particular, el “pueblo soberano”, con pasión y fervor, las corea con un tono mágico-mítico, que lo asume como suyo.

Toda una simbología ícono-gestual, unida a un lenguaje de pasión-emoción que está en la base y práctica de la “construcción” de una revolución socialista, y en el “espíritu” de la historia positivista venezolana de hoy. Y en el centro está esa Entidad que circula, difunde y se promueve en las alturas del poder civil-político-militar y estamentos medios, y como “gran río”, por el “alma” del “pueblo soberano”, tiñendo la expresión personal-pública-política de fanatismo, propenso a brotes de odios. Un mito-revolución que se proyecta hacia el exterior, en particular, Cuba, Bolivia, Ecuador, Nicaragua, Brasil, Argentina, Uruguay, China, Rusia, etc., dueños de grandes acuerdos-negociados multimillonarios, quiénes dan loas como prueba de la siembra y avance de la revolución.

Y en esta reflexión anotamos el hecho que todo este “proceso revolucionario” ha sido legitimado en elecciones a nivel municipal, estatal y  nacional. Y este hecho prueba que las fuerzas opositoras no han podido establecer u obligar otro rumbo para andar hacia otra Venezuela que pregonan como mejor, bien por incapacidad manifiesta, bien porque lo ciega una obsesión puramente electoralista que no le permite ver otras opciones políticas de larga visión, o bien porque su acción se concibe para terminar en apoyo o colaboración con los planes del régimen. Y esto hace el cuadro socio-político más complejo, y paradójico porque los opositores son en la práctica el mejor sostén.

Y a partir de marzo del 2013, el Mito, aún más se le difundirá masivamente no solo a nivel popular, sino también en el comercio como un importante rubro al detal y mayor, para que provea los diversos objetos-símbolos para la admiración y adoración. Y a la Entidad se le afianzará en forma sistemática y diariamente por los medios de comunicación social –en especial, TV-,  a través de Imagen-videos, fragmentos de discursos,  pensamientos, canciones, consignas, etc. Y un Mito así, que fue fundamentado y fortalecido por una enfermedad terminal, y ahora, por el hecho mismo de la muerte, ¿en que se convierte? ¿para qué existe y sirve? ¿y en definitiva, qué es el Mito?


En síntesis, el Mito es la memoria de una violencia –abierta o encubierta- que en reposo se guarda para la adoración, perpetuación y exaltación de la Entidad Símbolo-Imagen-Divinidad en la que está fundado, y a la vez, constituye la fuente para su misma promoción. De allí, el cuidado en manos de fieles y no fieles, porque en potencia está allí la violencia, que podría despertar y hacer erupción. La historia de los mitos, y del fanatismo, inherente a su naturaleza –en especial, los de contenidos políticos-religiosos-, han sido, y son –ejemplos África, Medio Oriente, Asia, Europa, USA, Cuba, México, Brasil,  etc.-, de resultados imprevisiblemente trágicos.


Y a la vuelta de pocos años, esta historia ¿a dónde nos llevará? ¿cuáles opciones en el futuro inmediato? Y a esta altura, es oportuno preguntar ¿qué es el socialismo bolivariano? Ayúdanos usted, señor lector…