Los creyentes de Dios en sus "vidas" afirman con mucha fe: “Dios sabe lo que hace”, “esa es la voluntad
de Dios”, “así lo quiso Dios”.
Y él solo tenía 58 años. Toda una vida
por delante, y muchas ganas de vivir. Y en esta vida juró ejercer
el Poder hasta el 2031, y llegado aquí, “ya veremos” más allá: perpetuar la
revolución hasta “un punto de no retorno”. Pero solo pudo hasta el
2013, porque Dios, al parecer, en sus
designios inescrutables tenía otros planes. Y como “Dios sabe lo que hace”, “esa es la voluntad de Dios”, “así lo quiso
Dios”, el mismo Dios lo llamó a “vivir”
en su reino. Y a la Venezuela creyente, le dejó su Mito. Un “salomónico”
cambio, pero ¿por qué a esa edad? ¿no estaba haciendo bien su obra? Y del cielo cae la sentencia: “por el
pecado eres castigado”.
Aún vivimos tiempos donde
minorías sociales son dueñas del poder político-militar-económico-social que
dirige la sociedad. Y han sido de signos ideo-políticos distintos: izquierdas,
derechas o de centros. O como algunos gustan decir: revolucionarios o contrarrevolucionarios.
Y ellas, prometiendo a las mayorías sociales una vida mejor, se apropian de ese
estamento de poder solo para acrecentar sus riquezas y privilegios, mientras
que esta mayoría continúa viviendo en precarias condiciones de vida, pero bajo
la ilusión que lo prometido le será cumplido. Y hasta el día de hoy, en dictaduras, democracias
o socialismos, ésta promesa aún sigue en sólo promesa. Y estos regímenes suman siglos
haciendo historia de violencia y positivismo, testimoniando esta desigual
situación. Entonces, la sociedad donde reine un vivir mejor aún está en el
futuro.
En el mundo este es el Orden
social establecido. Pero en Venezuela, ocurrió en el periodo –fines siglo XV-XIX-
con la conquista y colonización española. Desde entonces, se impuso una larga
historia de violencia. Su vida e historia aborigen se les sustituye en forma
cruenta por otra historia que hará de la violencia su modo-método-hacedor de
vida social. Y con ella, le imponen otros mitos, otra religión. Ahora, su
historia se jalona en sucesión de violencias: la colonial que crea el Orden del
colono contra él aborigen. Luego da paso a la guerra de la “independencia” que
funda la primera República del “mantuano” criollo; le sigue la guerra federal
que la lleva a República “federalista” del mismo “mantuano”. Y después, las
guerras cívico-montoneras, completadas luego, por políticas de sufragios, que
mutarán esta República “federalista” a República “democrática, alternativa y
federal”.
Y en esta historia, estos Ordenes
diseñan su estructura institucional política-militar-educativa-jurídica-social-religiosa
solo para preservarse en el tiempo y asegurar sus intereses privados. Y entre
sus fines particulares, van a desarrollar una política ideo-comunicacional que
lejos de contribuir a formar conductas, opinión y conciencias proclives a un
mejoramiento de la vida social, lo que hace es trastocar y deformar los valores
de la persona y del colectivo, para que alienados
y desunidos, aprendan vivir de la esperanza que da la ilusión, pero en la cruda
realidad, una vida de pobreza, ignorancia e intolerancia, como eficaz sostén de
su propio Poder cívico-militar para acrecentar los beneficios-privilegios de
esa minoría dominante.
Y como consecuencia, de esa
política se deriva una producción informática que miente, apabulla y aplasta a
la persona y al colectivo, mediante mecanismos de repetición de
palabras-imágenes que convierte la mentira en verdad, la información en
desinformación, la opinión en delito, la libertad de prensa en censura, al
disidente en delincuente, a los derechos humanos en anti-derechos humanos, a la
Constitución en Anti-Constitución y a la Justicia en Anti-justicia, etc., y de
paso, niega el pensar libre, el ascenso educativo-social, el acceso a una salud
de calidad, a una previsión-protección social, y en las relaciones humanas,
legitima el miedo. Y con la aplicación sistemática de políticas populistas, al
hombre social productivo, lo convierte en un mendigo de la dádiva estatal. Y en
el fondo, como personaje mítico-escénico, detrás de las cortinas, el gran
“bastón del hechicero”: la renta petrolera que todo lo provee. Y esta historia
conduce a la hoy República Bolivariana Socialista.
Y este República “socialista”
ante un gigantesco ingreso petrolero a causa de los altos precios del crudo, incrementa
sus indicadores sociales, tales como: la inseguridad social incontrolada, deuda
interna-externa difícil de pagar y un déficit fiscal en aumento; la destrucción
del aparato productivo y de la propiedad por una política de expropiaciones, reducción
de la producción nacional a favor de la importación creciente que nos hace más
dependiente del mercado exterior, y la caída crítica de la producción
petrolera; llegamos a la quinta devaluación de la moneda, y la sexta está en
puerta. Y sumemos, un sostenido desabastecimiento progresivo del mercado, una
inflación y violencia social en los primeros puestos a nivel mundial, reducción
del nivel de empleo y aumento del informal y del costo de la vida; la educación
y los servicios de salud en alarmante deterioro, e igual de crítico el estado
de las infraestructuras viales, servicio eléctrico y la sanidad pública, etc. Y
algo grave: manos cubanas en puestos claves de la dirección del Estado, que
obliga preguntar por la dignidad y soberanía nacional. Cuba, es hoy, el gran “socio,
consejero y guía” del Estado venezolano a cambio de un grueso volumen de
petróleo que se le regala.
Y a este cuadro, agreguemos
la existencia de un determinante ambiente mítico-mesiánico que todo lo santifica
y justifica, y promueve un exacerbado culto, casi religión, que está
construyéndose en mito, teñido de pasión-dolor, concentraciones militantes, gestos de
violencia y fanatismo. Un mito que ya actúa con “sacerdotes propios”, tomados
de la santería criolla y cubana, y de la religión católica; con cantores, pintores
y periodistas propios, prestados y “expropiados”. Hoy -como nunca-, ha crecido esta
práctica del realismo mágico: “palo mayombe” (babalawos), espiritismo, “yoruba”,
“paleros”, “magia negra”. Todo un sincretismo religioso Y a su servicio se le
pone todo un ceremonial y publicidad para popularizarlo. Y como eje toma cuerpo
la Entidad: Imagen-Símbolo-Divinidad –esencia
del Mito- que ya se le ubica en la Jerarquía religiosa “después de Dios”, “igual a Bolívar”, y en “relación con Cristo”. La acción de esta Entidad
mítica ya ha originado un culto-religión bolivariano: mezcla de “chamanismo”,
santería criolla-cubana-católica y espiritismo, que se expresa con slogan,
consignas, íconos, rezos, juramentos y “vivas”. Y convoca –entre otros signos- a
la “trinidad santa”: Entidad-Dios/Cristo-Bolívar. Y en particular, el “pueblo
soberano”, con pasión y fervor, las corea con un tono mágico-mítico, que lo
asume como suyo.
Toda una simbología
ícono-gestual, unida a un lenguaje de pasión-emoción que está en la base y
práctica de la “construcción” de una revolución socialista, y en el “espíritu”
de la historia positivista venezolana de hoy. Y en el centro está esa Entidad que
circula, difunde y se promueve en las alturas del poder civil-político-militar
y estamentos medios, y como “gran río”, por el “alma” del “pueblo soberano”,
tiñendo la expresión personal-pública-política de fanatismo, propenso a brotes
de odios. Un mito-revolución que se proyecta hacia el exterior, en particular,
Cuba, Bolivia, Ecuador, Nicaragua, Brasil, Argentina, Uruguay, China, Rusia,
etc., dueños de grandes acuerdos-negociados multimillonarios, quiénes dan loas como
prueba de la siembra y avance de la revolución.
Y en esta reflexión anotamos
el hecho que todo este “proceso revolucionario” ha sido legitimado en
elecciones a nivel municipal, estatal y
nacional. Y este hecho prueba que las fuerzas opositoras no han podido
establecer u obligar otro rumbo para andar hacia otra Venezuela que pregonan
como mejor, bien por incapacidad manifiesta, bien porque lo ciega una obsesión
puramente electoralista que no le permite ver otras opciones políticas de larga
visión, o bien porque su acción se concibe para terminar en apoyo o colaboración
con los planes del régimen. Y esto hace el cuadro socio-político más complejo,
y paradójico porque los opositores son en la práctica el mejor sostén.
Y a partir de marzo del
2013, el Mito, aún más se le difundirá masivamente no solo a nivel popular, sino
también en el comercio como un importante rubro al detal y mayor, para que provea
los diversos objetos-símbolos para la admiración y adoración. Y a la Entidad se
le afianzará en forma sistemática y diariamente por los medios de comunicación
social –en especial, TV-, a través de Imagen-videos,
fragmentos de discursos, pensamientos,
canciones, consignas, etc. Y un Mito así, que fue fundamentado y fortalecido
por una enfermedad terminal, y ahora, por el hecho mismo de la muerte, ¿en que
se convierte? ¿para qué existe y sirve? ¿y en definitiva, qué es el Mito?
En síntesis, el Mito es la
memoria de una violencia –abierta o encubierta- que en reposo se guarda para la
adoración, perpetuación y exaltación de la Entidad Símbolo-Imagen-Divinidad en la que está fundado, y a la vez, constituye
la fuente para su misma promoción. De allí, el cuidado en manos de fieles y no
fieles, porque en potencia está allí la violencia, que podría despertar y hacer
erupción. La historia de los mitos, y del fanatismo, inherente a su naturaleza
–en especial, los de contenidos políticos-religiosos-, han sido, y son –ejemplos
África, Medio Oriente, Asia, Europa, USA, Cuba, México, Brasil, etc.-, de resultados imprevisiblemente
trágicos.
Y a la vuelta de pocos años,
esta historia ¿a dónde nos llevará? ¿cuáles opciones en el futuro inmediato? Y
a esta altura, es oportuno preguntar ¿qué es el socialismo bolivariano?
Ayúdanos usted, señor lector…