viernes, marzo 01, 2013

Niños de Siria también quieren reir para vivir


Y quiero ser como esta risa 
quiero vivir como esta risa 
para llegar a donde quiero llegar
alcanzar lo que quiero alcanzar
y llegar a Ser lo que quiero ser

Y CON EL DERECHO QUE DA ESTA RISA
PORQUE NUNCA VA A DESAPARECER
ACUSAMOS AL MUNDO DE LA MASACRE
QUE HOY EJECUTA





Milenios lleva este hacer-historia negando las condiciones  sociales que necesariamente  requiere una vida digna acorde con la condición humana: una vida en justicia, libertad, belleza y amor. Desde que nacemos estamos en este mundo con esta aspiración. Y por eso el niño es el máximo exponente de esta aspiración. Y desde esta aspiración, que es el centro mismo de la esencia de ese humano que quiere llegar a serlo, irrumpimos con un grito colectivo furioso para acusar a este mundo cruel por el daño que le causa a cualquier niño de cualquiera latitud de la Tierra., como este irreparable daño que hoy se le está haciendo a los niños y niñas de Siria por un guerra que nadie tiene interés en parar porque se prefiere conservar privados intereses.

Millares de niños están siendo masacrados en Siria por la guerra que hoy paulatinamente está destruyendo a ese país, ante la azorada mirada de los países desarrollados y sus aliados del mundo –dueños de la ONU- , que por mantener intactos sus intereses de privilegios y de poder de dominio sobre el planeta Tierra, se niegan a concertar un acuerdo que detengan la masacre colectiva de sirios. Y esta matanza de niños por esta guerra que sólo salvaguarda intereses privados-particulares, pone al desnudo el por qué y para qué –los fines- de las reglas de juego de la diplomacia mundial, el silencio terrible del mundo, y a su vez, expone la naturaleza del Modo de vida de la actual civilización moderna.









Y de los que aún quedan con vida -niños y niñas de todas las edades-, “viven” sometidos a la  crueldad de esta guerra, y buscan salvaguardar sus vidas en cualquier refugio por precario que sea Y algunos -con sus padres o sin ellos-, huyen hacia las montañas vecinas, y se protegen en cuevas, dónde han de subsistir padeciendo terror, frío, hambre y sed, además de los constante sobresaltos por las explosiones de los cañones-baterías y de los bombardeos aéreos, temiendo a cada momento ser víctimas fatales de ellos, como sucede. Mientras, allí permanecen, solos, sin personas mayores, obligados a la espera del regreso de los padres –mayormente, la madre- que a diario están obligados a salir a las ciudades cercanas -objetivos de guerra- para tratar de conseguir algún precario alimento para sus hijos. 

Y esto conforma un imborrable daño psíquico-físico que los marca profundamente, como el que denuncia este video que damos a publicación:

































Y esta situación, no solo ocurre en Siria sino en tantas regiones del mundo donde mueren bajo otras tantas formas y diversidad de violencia, como en la India, China, Venezuela, México, Centro América, Rusia, EEUU, África: en particular, Somalía, Yiburi, Eritrea y Etiopía donde mueren millares de niños por la  hambruna. Región llamada Cuerno de África, frente al Mar Rojo, por donde sale parte del petróleo que sostiene al mundo industrializado. Y también, en el Medio Oriente, Afganistán, Pakistán, Corea del Norte, etc., etc., ¿Y ante tanta violencia qué se puede proponer, sugerir, aconsejar, pedir, clamar, etc., etc.,? Desde nuestras posibilidades,  sólo cabe escribir para denunciar la dimensión de la atrocidad, testimoniarla... y gritar. ¿Gritar para qué? Para volver a gritar, gritar… con la esperanza profunda que el grito se haga rayo y extinga la violencia. Y tenemos la convicción que algún día será. Y por eso nunca hay que cerrar los ojos, mirar para el otro lado... Nunca, jamás callar.