domingo, diciembre 20, 2009

2009 NAVIDAD


Y otra vez, como el constante giro de la galaxia “Vía láctea” y el del sol surcando el cielo para repartir la energía que insufla la vida a cada ser, llega a todos los hombres el mes de diciembre con su ofrenda de remembranzas, esperanzas y estímulos, anunciado por su radiante luna y por las canciones que se cantan en su honor. Y como siempre, diciembre viene con su brisa fría, y a la vez cálida, lleno sus días de luz blanca y cielos azules, noches aureoladas en fases de luna -“luna de diciembre” le cantan-, y con un 31 ceñido por un eclipse lunar. Y tantos sus días como sus noches configuran una atmósfera -todo un vasto sentimiento- cargada de expectativas, balances de lo andado, promesas y cántigas del alma que invitan, aunque sea por instantes, vivir la vida con certidumbre, con esperanzas ciertas y oportunidades de cambios. Un gran anhelo de vivir de otra manera que se extiende por toda la Tierra, y que provoca que toda la urdimbre de la vida se llene de alegría.





Una alegría que debería ser igual y libre para todos los hombres como bien se expresa en el 4º movimiento, “Oda a la Alegría”, de la 9º Sinfonía de Ludwid Van Beethoven. Pero la actual vida como un gigante cedazo, en contrario a esta Oda, y al sol y a la Vía Láctea que manifiestan sus existencias en movimiento regular y uniforme, la reparte injustamente desigual. Y los hombres -y sus niños- reciben al festivo diciembre en pedazos, repartidos en fragmentos. Y cada quién, según las condiciones de vida que le ha tocado, se dispone a celebrarlo: unos con alegría abierta, otros con alegría amasada de lágrimas y autoengaños, tantos con una alegría teñida de melancolía, y muchos con una honda tristeza, casi llanto, que por más que pujan no revienta en alegría sino en pura mueca. Pero, burlando este cuadro-realidad, poniéndoselo como bulto a su espalda, cada quien se alza con su pedazo, y a los cuatro vientos, proclama ¡ha llegado diciembre!, ¡llegó la navidad!

Y esta típica celebración de este tiempo y la misma ruptura que viste diciembre, por virtud del anhelo humano que trueca imposibles en “realidades”, se manifiesta en una honda y sentida aspiración por otro tiempo donde se pueda vivir de verdad. Pero pasada la fiesta, cuando vemos a diciembre desde enero, febrero o marzo del año siguiente -el llamado año nuevo-, la rutina de siempre vuelve a reinar, y luego sentimos que solo fue una ilusión: el “próspero año nuevo” no termina de llegar. Y de ilusión en ilusión, de diciembre en diciembre pasamos los años, como quien pasa páginas del mismo libro. Y así vivimos. Pero por el solo hecho de sentir, anhelar esta posibilidad nos llenamos de alegría. ¿Por qué tanto tiempo –milenios- en cruzar el trecho posibilidad a bella realidad? ¿cuándo la posibilidad podrá transformarse en realidad de bienaventuranzas? Cada diciembre, cada navidad que llega, no hace más que manifestar la insistencia del hombre por coronar esta hermosa tarea.



Pero frente a este mundo que vivimos y pese a su desigualdad, la navidad, como por arte de magia, adquiere una expresión contraria, se trueca en anhelo por cambiar -se pintan las casas, se compran nuevos vestidos, se tapan los huecos de las calles, se barniza todo lo vivido, etc.-, en reto que se alza como un canto de alegría que proclama convertirse en realidad, como una convocatoria al combate decisivo para conquistar una vida verdadera para una humanidad verdadera. Y es en el mes de diciembre cuando esta tarea parece hacerse más urgente, más sentida. Entonces, toda una conducta sensible, a la vez romántica, lírica, soñadora, con tendencia abrirse a la alegría, a la tristeza o a la melancolía manchada de leve sonrisa, parece aflorar del alma del hombre y pone su sensibilidad a flor de piel. La novena sinfonía de Ludwig Van Beethoven, en particular su “Oda a la Alegría” -su nombre original “Oda a la libertad”, como se titula el poema del poeta Friedrich von Schiller , su fuente de inspiración- es precisamente eso: un canto a la libertad de los hombres. ¿Y por qué estos dos hombres elevan este canto? Porque en términos reales aún no se ha alcanzado tal libertad. Pero esta navidad -las que han llegado y las otras que seguirán viniendo- se expresa a manera de semblanza, parodia de ese canto a la libertad que aún no termina de llegar. Un canto que a la vez es oración, pero con la posibilidad de hacerse verbo activo que empuje al hombre a su conquista definitiva, y la haga una realidad irreversible. Y de esta manera, la alegría que de ella brote llegue a todos, como es la aspiración de Beethoven y de Schiller, plasmada en esa Oda y en ese poema. Y cuando lo logre se convertirá en la voz del hombre libre. ¡Qué diciembre, y qué luna serán!

Y esta visión que exponemos, y la titulamos 2009 NAVIDAD -sin contar los siglos anteriores, ya llevamos XXIs-, es el producto de exigencias que forman parte de nuestro núcleo de experiencias y vivencias, y que quiere –con rabia si se quiere- golpear puertas y ventanas para sembrar, colar, aunque sea por rendijas, esta posibilidad de libertad y alegría en el interior del hombre de hoy, dentro de los muros de su tiempo con la aspiración de hacerlo explotar. Núcleo de experiencias y vivencias que tienen su origen en otras anteriores –larga cadena tratando de tejer la vida- vividas por el hombre: madres, padres e hijos. Sus luchas por hacer realidad ésta posibilidad, y tratar de alcanzar un vivir mejor, en particular para sus hijos, donde concentran todo su amor. Y en esta lucha se forjan ellos mismos, como también a sus propias historias particulares. Por supuesto, hablamos de aquellos que dentro de la actual historia ajena que se nos impone plasman de una u otra manera su propia historia singular.

¿Y cuál es el destino de estas historias: personales, familiares, a dónde van a parar? ¿Por qué se evaporan cuando sus autores parten a otras dimensiones, son ignoradas como si nunca hubieran ocurrido en la sociedad? ¿acaso, también parten con ellas y solo dejan un “vacío” en la tierra que habitaron? Pero estas “pequeñas” historias -crónicas de vidas-, donde se pueden encontrar todas las cosas bellas inimaginables de las que nos habla el pintor Van Gogh -por ejemplo, la devoción por la “flor de baile”, las “trinitarias”, el placer por el canto de los pájaros, los ojos dulces de las madres que miran a los hijos, sus risas en la risas de los niños- aunque este tiempo se obstine en olvidarlas, están aquí, con nosotros, en espera de su tiempo de resurrección. Y las siguen construyendo en su terco hacer, madres como Carmen Ramona, Luna y Carmen Susana, que nos hablan a nombre de todas las madres. Sus rostros que aquí ofrecemos son justamente la misma Oda a la libertad, plasmada en las historias que vivieron.


Y a manera de particular testimonio, uno de los hijos cree oportuno volver a publicar el poema que una vez escribió a Carmen Susana sobre su condición de madre, sobre su risa, sobre su alegría. Y este hijo, a nombre de todos los hijos de todas las madres, al hacerlo cree obedecer a un mandato de estas madres.

Pero en verdad, tanto estas ideas como el mismo poema, no son más que el cuadro -¿pretexto?- para traer esta Ofrenda de risas-sonrisas de Carmen Susana, Carmen Ramona y de Luna, y con ella asomar sus historias particulares de amor, de trabajo y de entrega. Ofrenda risas-sonrisas-historias -en realidad el verdadero poema-, que ofrendamos y planteamos a este mundo y a su tiempo. Y también -muy importante para este espacio- una Ofrenda como una fuente válida y legítima para todo aquél amante de la vida que quiera extraer, repensar y delinear los fundamentos de la otra historia, de otro tiempo que necesariamente habrá que modelar como artesanos verdaderos. Creemos que en su vivir se hallan sus rasgos. Pensamos que sus vidas pueden ser objeto de estudio y de la investigación científica para hallar en ella las huellas humanas, las primeras formas de la “raíz” de esa nueva historia, otra vida diferente a la actual que se aspira construir, y la cual por otras vías, con otros métodos, la Ciencia social de hoy, en particular, la Historia, tiempo ya lleva -en la fuente de la violencia- en su búsqueda.

Y estos rostros, sus sonrisas-risas y el asomo de sus historias, en este mes de diciembre -y los por venir-, se entregan en una gigante síntesis de luz -poema singular para un poema mayor sobre la verdadera vida que se aspira- como la ¡FELIZ NAVIDAD! para todos.




Y con el título “La risa de mi madre”, nuevamente ofrecemos lo que en una oportunidad escribió un hijo a su madre, como seguramente otros ya lo habrán hecho, lo harán o podrán hacerlo con otras ideas, otros ritmos y músicas, pero con el mismo sentido y propósitos:



La risa de mi madre viene de lejos
construyéndose en el tiempo
en su alma en su corazón
viene de sus entrañas
la risa vino con ella
mi madre vino niña para nunca perderse
y niña mi madre tuvo sus muñecas de trapos
a mamá jugaba a crianza de niños jugaba
sus manos hilaban bordados
sueños de mi madre
y desde entonces
nunca dejó de ser una niña
que siempre reía en su propia arquitectura
y con su risa se hizo mujer
madre se hizo



Tuvo sus hijos para el mundo
su altísima aspiración
que celebraba con su risa
yemas de sus sueños
que amasó con sus muñecas de trapos
la paciencia de sus bordados
para vestir la mesa las camas
el abrigo de sus hijos
sazonados con su risa
sobre cada hilo de color

Su risa era para todos
una risa desde muy adentro
como las arepas que nacían de sus manos
sus muñecas sus tejidos
del horno de su corazón
bienes de su cuerpo y alma
para quiénes los quisieran
y nunca llegó a conocer al poeta Vallejo
ni tampoco lo leyó
porque apenas sabía leer
era mi madre es mi madre
siempre mi madre pero
quién veía su risa
quién sentía su risa
quién se asomaba a su interior


Bienes anónimos para muchos
pocos veían su risa pocos la disfrutaban
porque su risa se entretejía en sus fibras
en su corazón en su alma
y no la veían
porque los hombres de este tiempo
no quieren ver no sienten

Niña mi madre Carmen Susana
se le veía bordar sus manos magian
tejidos coloridos primor sus muñecas
y con el puntear de la hebra
su sonrisa a flor de labios
acompañando la puntada
se hacía más niña mujer
madre después
y ya mujer ya madre siempre niña
sus manos continúan hilando
manteles para la mesa
vestidos para las camas
abrigos para el vestir
“capellá” para las alpargatas
y sus manos en el fogón
fábrica de arepas para su gente
sus manos hilando sobre la vida
como si nunca terminara

Y se le fue tostando la risa
metiéndosela en los pliegues más profundo
de su corazón de su alma
su trabajo de abeja la absolvía
en el afán por sus hijos
el madrugar a la molienda de maíz
el fogón de leña siempre encendido
el hacer de arepas hasta la noche alta
mandar su hijo a la venta
y luego tenerlo limpio para la escuela
así hizo su infancia
así se hizo mujer
así se hizo madre siempre
y poco se le veía reír
o reía y no la veían reír
sus hijos sus hijos eran su risa
y cuando ellos reían ella reía


porque su risa sonaba de lo hondo
como el eco dentro de un aljibe
el viento moviendo molinos de agua
como la alegría dentro de ola marina
la gota de agua fresca llenando la tinaja
como la lluvia dentro de la nube
risa profunda del alma
como el verbo en el primer hombre
pero cuando ella reía
cuando su risa salía
ella se hacía universo
danza de abejas
estrellas bailando
crepúsculos y amaneceres
mundo nuevo anunciándose
coro en sus hijos
y sonaba su risa cantarina
mar abierto y oleado
viento jugando con las olas
susurros dentro del caracol
cataratas desbordantes
luz desparramándose
maná de leche materna

¿Entonces madre?
Tu risa estaba allí
siempre estaba allí está allí
tú estás allí y pocos la veían
pero los hijos reían
y era ella quien también reía
Y cuando ella misma reía
era el mundo soñado de un niño
el mundo de algún día
porque en la risa de una madre
está la risa del mundo
está la alegría que aguarda que espera
hijos véanla que es su risa
véanla que es el mundo que esperan
y si hay risa de madre
es que otro mundo se está anunciando
y los dioses huirán a su limbo
y este tiempo terrible pasará

Tu risa madre
risa de adentro y de afuera
una sola risa ancha como el mar
una sola alegría como puerto abierto
madre Carmen Susana
pan para todos madre para todos