viernes, noviembre 30, 2018

Un día sábado...


Y viejos olores de ayeres…
que huelen a infancias vividas
pero con futuros postergados
almacén de las esperanzas que
se empujan en largas esperas
en ese duro combate por vivir
¡cuándo los cuentos de niños
han de hacerse una realidad!


Y en un día sábado de los tantos…
esperándole está el banco que mira
¿cuántos aconteceres y/o confesiones
su cotidiana mudez habrá testificado?
su cuerpo y su alma se sientan
soltando sus ambulantes miradas
por aquella calle abrumada en silencio
indolente acostada contando las huellas
¿y ellas podrán servir para fundar vidas?
y algunas casas entreabren sus puertas
como esperando o despidiendo…pero
otras cerradas como si ya no tuvieran
a quien esperar o a quienes despedir

Pero en las tardes su quietud la rompen
pasos que arrastran hombres y mujeres
que regresan a sus casas bajo aquel
fardo de esperas que indolentes se
dejan caer sobre la inmutable mesa
que los recibe con sus manos vacías y
sus rostros el hambre palideciéndoselas
ganada en el comercio de sus dignidades

Hombres y mujeres de distintas edades
que cotidianamente salen a pescar  en los
pozos de la sobrevivencia para luego regresar
sintiéndose menos hombres y menos mujeres
e inexorable sus existencias van cubriéndose
de la inadvertida pesadez del envejecimiento

Plaza El venezolano/Caracas/Venezuela
Y estos son gente de Venezuela
que creciente pueblan sus espacios
con cerrojos de muros de alienaciones
que les va enmudeciendo sus sentidos
¡apenas sonreíres monólogos que a
veces logran intercambiar pero sin
alcanzar una plena comunicación!
Y la calle que el banco mira
persiste hablar en silencio enrarecido
bajo tenues rebotes de ruidos urbanos que
leve amortiguan los pasos de sobrevivencias de
los hombres mujeres con su carga de ilusiones
rotas por las largas ausencias por las escaseces
las desesperanzas y por la imborrable actitud de
esperas como si ellas hubieran acordados existir
bajo el duro miedo de perder la mendicidad que
les alcanza algunos mendrugos a su existencia
pero allá lejos la esperanza le hace señas…

¡Oh terrible mundo cuándo cambiar!
pero ciérrense noches para abrir en
otros días mientras el banco mira
y el cuerpo con su alma continua
aposentándose y levantándose
hasta que uno de sus tantos suspiros
logra avizorar un mañana de auroras
como aquellas florecillas amarillas
brotando en el suelo seco del patio


Gente de Venezuela!
duro su testimonio en
este oscuro día sábado como un
simple muestrario de su padecer
que le construye trágica historia
pero sin nunca dejar de anidar
las esperanzas  de las aguas
de lluvias reflejando luces de
otro tiempo de vida venidero
Y ante esas luces hambrientas
¿podrá el hombre arrancarse
el tiempo de sus máscaras
y por fin! lucir su propio
rostro cuerpo y alma?

Ediciones jaced
Y hemos vuelto...