domingo, julio 12, 2015

Conversando con el hijo...


En el tiempo de esta vida
el hombre puede nacer tantas veces
pero solo una vez llegará a vivir
solo una vez en el espacio-tiempo y
cuando alcance ese vivir verdadero
será por el tiempo de existencia igual
al que aún le queda al planeta Tierra
entonces, ese tiempo-espacio será el
del reino del humano hombre que
es distinto a la de la vida actual
y ¿cuándo se fundará ese reino?



Mar caribe. Manga de aguas de azul añil al amanecer, tornasol a turquesa hacia el mediodía, y azul plomizo llamando la tarde. Relumbrón de luces. Y en su seno la vida marina diversa en constante multiplicación, viviendo sus seres en libertad, en justicia, belleza, solidaridad, en amor y bajo la verdad, tanto en el aire como en sus aguas. Un vivir continuo que cubre todo su ciclo vital. Y si nosotros también somos seres vivos que existimos bajo las mismas leyes naturales ¿por qué también no vivimos como ellos en libertad, amor y justicia, bajo la verdad, solidaridad y belleza? Oh, mar caribe que en tu existencia eres almacén de las voces humanas que claman por una vida semejante a la tuya!

Y en ese mar amanecí entre sus pliegues
de atmósfera y de aguas cálidas
sintiéndolo con su historia oleando mis pupilas
¿cuántas voces navegan sobre sus aguas
preguntándose por qué sus vidas les fueron
truncadas cortando sus sueños y ganas de vivir?
Y esas voces dentro de mí se truecan en anhelos
que impulsan buscar respuestas en ese cielo azul
que como regazo cobija al  mar o zambullirme para
encontrarlas entre sus pliegues sintiendo la calidez
de sus aguas que escurren por la piel de mi cuerpo
que terminan en pálidos reflejos de luces lo mismo
que aquel peñasco que resiste el choque de las olas
e impasibles sus caras pétreas dejan discurrir sus
aguas contando el tiempo de un día a otro día
pero ni en el cielo azul ni entre las longitudes de
los pliegues del mar encuentro las respuestas
pero si hallo la alegría que navega entre sus olas
aunque les acompañe trazos de melancolías

  
Una de esas voces llega como ola marina
y a la playa le entrega su honda confesión
hijo, hoy me siento muy triste cuando siento
el tiempo transcurrido desde tu partida.

Y ¿cuántas madres no sienten lo mismo? ¿cuántas despiertan sintiendo la ausencia física del hijo? Y aflora el dolor. Pero éste tiempo que se “vive”, a esta pena la ve como “algo” que es parte de lo que llama “vida” ¿y para aquél que en verdad ama lo es? Este sentir es una real síntesis de cómo es el vivir en este tiempo, el cual, inevitable hace aflorar los recuerdos de aquélla imagen de partida, que reviven bajo su paragua la otra imagen del puño tomando arena, haciéndose reloj interior que en sus minúsculos granos cuenta el correr del tiempo-espacio que duró su corta vida, y a la vez, el que une nuestras existencias.

¿Me buscan? ¿acaso se olvidan que ahora
no vivo en la Tierra porque me obligaron partir?
Ahora vivo, en verdad, un vivir verdadero
en ese cielo azul de sol que en ocaso
en medio del crepúsculos llama la tarde
en ese mar que su horizonte se viste en colores
en ese viento que en la playa soplan caricias
 y ahora este cielo, mar y viento son mi morada
por donde ando navegando persistentemente
vistiendo trajes de color azul cielo que
el viento confecciona con hilos de luz
ahora, ¡soy navegante en mi bajel de alta mar!
pero lo soy siempre que la memoria viva
de los que aman y amo me invocan

Y cómo olvidar ese día de tu obligada partida
por ese mar que te acogió bajo aquel cielo azul
y fue cuando aquel puño se levanta y se hace reloj
de arena que inicia el descuento del espacio-tiempo
bajo el que todavía estamos pero sin tu presencia física
¿sabes que siempre miramos aquellas dos aves
gaviotas en sus repetidas acrobacias desde lo alto
de ese cielo hasta besar la superficie del mar como si
quisieran dibujar el círculo de la vida que debías vivir?

En verdad, muy adentro se siente este paso del tiempo, en dos relojes, uno de arena y otro de plumas, que miden ese caudal de amor que tú atesoras, y destilándolo en la tierra lo repartías entre los que amas. Pero, ¿qué ocurrió? ¿quién decidió violentar su rumbo? Involuntaria brota la ira contra quien torció el rumbo. Y al viento se lanza el poema que lo denuncia y acusa para que el tribunal del amor, justicia, verdad y belleza, dicte la inevitable sentencia. Y en la espera, para aliviarnos, nos deja tu franca sonrisa grabada en sendas azuladas, como aquellas nubes lejanas que en estos momentos miramos, y que sobre el mismo mar cruzan el cielo azul, con un rumbo quien sabe a dónde. Y nos recuerda la ruta por donde te marchaste en tu bajel.


Y ciertamente de tu partida nos ganamos esa sonrisa tuya que nos delinean la placidez y tranquilidad de tu rostro pintado de aquella alegría con la que viviste tú corto vivir. Y viene el recuerdo de aquellas inolvidables siluetas de aves marinas que en su vuelo constante en el cielo dibujan el código de tu amor, que desde esos lugares derramas sobre todos aquellos que en verdad amaste y sigues amando

 A tu pequeño hijo Israel
tu amada madre
tu amado padre
tu novia compañera
tus hermanos Andreina y Leonardo
y tantos otros amigos como hermanos





Y madre, padre hermanos, novia, tío, amigos
ahora todos mis inolvidables acompañantes
¿me llaman, me buscan, preguntan por mí?
Hablen con el mar caribe, con ese cielo azul que
a él y a ustedes le cobijan como regazo materno
con ese hermano viento que reparte mi presencia
bajo brisas cálidas que les llegan a vuestros rostros
pregúntele a cualquier gaviota que cruce el cielo
ellos sabrán contarles sobre el gran deseo que tenía
de continuar mi vivir en el espacio-tiempo de la Tierra
pero alguien contra mi voluntad me impidió continuar
y siempre revivan mi sonrisa que también les contará
mi vivir y cómo aún en esta obligada ausencia física
continúo siendo vuestros inseparable compañero

Y Carlos Eduardo, los que amamos, conocemos todo tu andar y hacer. Y conversamos contigo porque sobre esta tierra se sigue truncando la vida a niños, adolescentes, personas mayores. Y sus sonrisas abiertas, sus alegrías llenas de esperanzas y ese correr como río de sus muchas ganas de vivir -todo un anhelado vivir que nace para sembrarlo-, incomprensibles le son extinguidas por la acción diversa de la violencia, como enfermedades, las malas prácticas médicas, armas en manos de asesinos y la persistencia del engaño. Un abigarrado acontecer absurdo que siempre hay que denunciar, como cuando juntos condenamos a esta sociedad por extinguir tus ganas de vivir y te obligó partir.

Porque, hijo, padecemos el reino de las sombras
de la muerte inútil que sin parar sega la vida útil
¿recuerdas que sobre esta muerte inútil hablábamos y
nos preguntábamos, hasta cuándo, cómo detenerla?
Y hasta ahora el silencio es la respuesta cómplice
pero el amor terco continúa para vencer


Y a nombre de este amor volvemos a escribirte porque sentimos que en el sentimiento que te profesamos esa sonrisa tuya y tu rostro compañero hacen que la ira se concientice para elevar aún más el sentido de la vida, que acera aún más nuestro combate, para en otro tiempo conquistar otra sociedad, donde la vida nadie pueda arrebatárnosla, y así cumplirse el ciclo vital que a cada quien le corresponde en el curso del hacerse humano. Y en este curso o ciclo continúa el nacimiento de vidas que prueba que la vida es indetenible, ella misma autora y protagonista de su propio nacer.

Y llegará el día cuando
tú sonrisa junto a la de mi madre
la sonrisa  de la abuela Andrea
unidas a tantísimas otras
constituirán el ejército que habrá
de extinguir este reino que niega la luz
y bajo el mismo cielo azul estarán volando
las mismas aves marinas como símbolos
de la vida que nunca más deberá truncarse

Y hoy se  sigue la lucha aguijonado por estas sonrisas, hechas risas abiertas, y por ese círculo de tu vivir que dibujan las gaviotas en ese cielo sobre ese mar, códigos de vidas que quedan con nosotros para que persistamos en el combate por la vida, y lleguemos alcanzarla para que jamás se trunque el vivir.

Y si, hijo Carlos Eduardo, sabemos que eres
compañero siempre de la vida verdadera
tu allá y  nosotros aquí en el mismo surco del vivir
como lo es este constante oleaje del mar caribe
que sintiendo su brisa bañar nuestros rostros
es sentir tu misma presencia en nosotros
en cualquiera playa donde nos encontremos
como se siente que vives en esta pieza musical.
Salud! Y sigue viviendo tu nueva vida
en el espacio azul de nuestra memoria