La modernidad
viste al hombre
pero ignora u oculta
que aún anda desnudo
y no sabe hasta cuándo
pero aún virgen su esencia
Hay algo que el hombre de este
tiempo intuye o ignora o conoce pero sin conciencia: el hecho de que él por
naturaleza es un ser social. Por eso,
vive en sociedad: tribu, pueblo, ciudad, país o nación. Y de este ser nace la necesidad de organizar el
Estado, y formar su gobierno, para la misión de conducir su destino. Y lo hará
con una política o “arte” de cómo
llevar al hombre a un estado de bienestar. Pero si esta misión no la hace bien -moral y éticamente bien-, este Estado, y
este gobierno serían los culpables de las consecuencias. Incurren en delito, y por tanto, serían penables,
según el derecho y la justicia, que ellos mismos se dan para alcanzar sus
fines. Y cuando ya son delincuentes, hay otra cosa que ignora u oculta con engaño
planificado: para “vivir” el hombre debe ejercer la violencia contra sí mismo. Y
es la fuente de su enriquecimiento, con la cual crea su modo de vida en medio
de privilegios y desigualdades. Y nace esta sociedad de hombres opuestos, y su
historia, que son las que hasta hoy conocemos.
En general, incumplen con esa política o “arte”, entonces, se
convierten en Estado y Gobierno forajidos. La historia, hasta hoy, no es más
que la negación del hombre como ser social. Y de allí la existencia de todo
género de males que padece. A esto, se le llama la “vida social”. Y este
estado de males asola a países o regiones, pero sus Estados y Gobiernos, lejos
de resolverlo, ocultan las causas verdaderas con su maquinaria ideológica y de
propaganda, y fundan la ignorancia como un motor ideológico. Evaden su
responsabilidad, y trasladan la culpa, o bien a la naturaleza, o sencillamente,
dicen que ocurren porque tenían que ocurrir, o son “otros los culpables”. Mientras
tanto los recursos que debían invertir para mantener la vida social,
simplemente se los apropian para su vida privada. Y en su lugar, crean
ilusiones y falsas esperanzas, que nunca cumplen o solo a medias: la mentira y
el engaño se constituye en una sagrada institución como nervio central de esta política o “arte”, la cual ya es otra,
porque cambia su función: pasa sólo a generar males.
Hoy sufren guerras, terrorismos, epidemias, asesinatos, inundaciones, terremotos: una tragedia humana. Y también para ocultarla, llueven discursos, programas, proyectos, elecciones, etc., unas tras otros, que Estados y Gobiernos ofrecen. Y los eslogan: “ahora se vivirá mejor”, el “progreso vendrá”, etc., son los colofones de estas ofertas. No es difícil saber quiénes son los “eternos” beneficiados, y quiénes los “eternos” perjudicados, sea que se viva bajo democracia o revolución. Hasta hoy es la historia. Y en esto llevamos milenios. Y cualquier país o región puede servir de ejemplo “digno” de la vida de este tiempo, de esta historia. Y también por contraposición, la necesidad de otra historia para un quehacer de otro vivir.
Venezuela, por ejemplo, ofrece un
perfil-país que destaca en el mundo. Y a manera de “botónes”: en el 2002-2012 unos
136.000 perdieron la vida a manos del hampa y de la policía. En promedio, 60 a 80
fallecen cada semana. Y cada 8 a 10
horas ocurre un asesinato. En 2011
murieron 19.336, y en 2912 la cifra es superior. Y no se mata
por hambre, por necesidad, sino para obtener dinero o bienes. Las morgues se
abarrotan cada semana -hasta en el piso- de cadáveres. Y en su puerta, se ven
filas de familiares implorando para retirar sus deudos. Según la ONU, “10
homicidios por 100.000 habitantes ya es una epidemia”. Venezuela, llega a 70. Y
existe una población penal -45.508 presos hacinados en 35 penales que son para
14.500 reos, y solo 13.992 tienen sentencias-, con ramificaciones externas, que
se constituye en una fuerza política -comandada por los “pranes” -que obliga al
gobierno a “mesas de diálogos” para negociar acuerdos. En sus manos hay modernas
armas de guerra y un tráfico de drogas que le dan poder de fuego y político, e
influencia para controlar-manejar cada penal, y afuera hacer negocios de
“encargos”. Este poder sustituye al gobierno en las cárceles. Y son un negocio
millonario –tráfico de armas, drogas, “arreglos de cuentas”, sicariatos,
secuestros, pagos para traslados a tribunales, protección interna de reos,
acelerar “retardos y beneficios procesales”, visitas de familiares en horas no
oficiales, pasar alimentos, celulares, etc.- muy lucrativo para el “gobierno”
interno -“pranes”- de los presos, pero mucho más para custodios y personeros
–civiles y militares- del gobierno nacional.
Los "pranes", jefes de los presos, son el "gobierno" interno del penal
Y la crisis carcelaria explota. Matanzas ocurren entre “bandas internas”, y entre la
Guardia nacional y los reos, ambas por el control de los penales -y del
negocio- que arrojan cifras alarmantes. Cifras oficiales y no oficiales
registran entre 10 y 30 reos muertos -según la cárcel-, más de 2 millares de
heridos y “desaparecidos” aun no precisados. Resaltan “El Rodeo I y II” (Junio 2011), Estado
Miranda. “El Rodeo II” estuvo un mes en “estado de sitio” por la Guardia
Nacional y Ejército; “Yare I y II” (Agosto 2012), Miranda, también sitiados, cerca de un mes; cárcel de Mérida (Julio 2012),
28 días de enfrentamientos; penal de Uribana (Agosto 2012), Estado Lara, militarizada, tras
un fuerte tiroteo y secuestro de más de 500 familiares; cárcel de Barinas; la “Planta”, en Caracas (Abril 2012), por evasión de presos, ocupada por fuerza militar, y luego, clausurada; la de “Tocuyito” (Agosto 2012), en Carabobo, por motín, intervenida por militares; la de “Tocorón” (sept. 2010), en
Aragua. Intervenida por motín. Y en menor cuantía, otras del País. El gobierno, trata de sofocarlas,
con intenso traslados de presos entre los penales y negociaciones. Para
presionar, lanzan huelgas de hambre y de “cosidos de la boca”, y “secuestros”
de familiares y custodios -los familiares son activos aliados- por sus
“reivindicaciones” y promesas oficiales -hacinamientos, retardos procesales,
beneficios judiciales, comida “decente”, atención en salud, etc.,- casi nunca
cumplidas o a medias. Y les siguen arduas negociaciones que duran semanas en
las “mesas de diálogos” para hallar acuerdos. Y ya van 560 reos muertos en lo que va del 2012.
Una “guerra” que se libra entre el
Gobierno nacional -comandado por los Ministerios de Justicias, Defensa,
Defensoría y el nuevo, Servicio Penitenciarios-, y los presos, jefaturado por
su “gobierno” interno, los “pranes”. Y para una reflexión: “Bienvenidos al monstruo de cemento, que se alimenta de carne y sangre”,
se lee en un muro de “El Rodeo I”.
Y en otro ámbito, nuestros
puentes y carreteras, por su mal estado físico, ausencia de control y
mantenimiento -y no se hable de inversiones en nuevas obras- provocan accidentes
que arrojan cifras significativas de muertos y lesionados. Y en nuestros
hospitales, además de estar colapsados para servir a la salud, ocurren muertes
de neonatos cuyas causas no se esclarecen. Y en otro polo -en el petróleo-, en
la Refinería de Paraguaná, Amuay, Estado Falcón, un escape de gas origina la
explosión de unos tanques –a partir de la las 1 am, del sábado 25 de agosto-, y
la onda expansiva arrasa las viviendas de la comunidad que está a su alrededor,
y mató a 49, entre civiles y militares. Y durante 4 días consecutivos -duró la extinción
del incendio-, altas llamas y densas nubes de C02, estuvieron contaminado la
atmósfera, sin que nadie dijera nada ni que se tomaran ninguna medida. Salvo
mirar la humarada tiñendo el cielo. A
esto agreguemos los incontables derrames de petróleo que vienen ocurriendo,
entre el que destaca el más reciente, el del río Guarapiche, Estado Monagas, fuente
principal para dar agua potable a la población, y donde una orden ministerial
-afortunadamente no se acató-, estuvo a punto de intoxicar a la población con
trazas de petróleo.
Y en este hecho de Amuay, ocurre algo
llamativo: nuestra élite gobernante, su Presidente a la cabeza, toma el hecho
para exaltar el “heroísmo” de civiles y militares. A los civiles, se fue
pródigo en lamentaciones, “sentido pésame” y promesas en resarcir daños y
dolores. En actos públicos y televisados a algunos militares sobrevivientes se
les condecora, y a los militares muertos, se les dan ascensos “post mortum” a
grados superiores, a sabiendas que el hecho ocurre a comienzo de la madrugada,
que supone que ya la mayoría estarían durmiendo, o algunos preparándose para
hacerlo, y otros en sus guardias habituales. Pero se encomia el “honor,
servicio y valentía” de los “héroes caídos en el cumplimiento del deber”. Y entorno
a este “honor-dolor”, todo un ambiente
de culto, -culto, casi delirio, practicado en estos 14 años, en paralelo con el
del Libertador Simón Bolívar, y otros héroes-, en particular, el del Presidente
de la República, muy afanado y conmovido en la exaltación del sagrado “deber”.
Ante esta situación que “vive”
Venezuela, cualquier nativo o alguien de afuera, le sería lógico, natural,
formular la pregunta ¿Acaso este país vive una “guerra” original, novedosa,
nunca conocida en el mundo o está a la puerta del estallido de una similar a
las ya conocidas? La respuesta no sería tan original ni novedosa, pero sí alarmante:
pareciera existir una “no oficialmente” declarada, porque además de los
centenares muertos que en cada año ocurren, en estos 14 años se ha “vivido” en una
permanente campaña política, en medio de amenazas para silenciar al oponente, una
polarización que promueve el odio, afán constante en mostrar poder bélico,
adquisición de armamento moderno, y promoción del miedo, temor, presiones sociales y económicas diversas, escasez de los
productos de la dieta, inflación, adoctrinamiento obligado, inseguridad generalizada,
etc., y bajo el engaño y la mentira de la acción gobernante, todo en una
atmósfera de ese delirante culto a los “héroes” tanto vivos -el señor
Presidente- como muertos -héroes y libertadores-. En síntesis, es el producto
rojo, de la gestión política y social del actual régimen -que aspira ejercicio
vitalicio- llamado revolucionario, y que está instalando un “socialismo del
siglo XXI”, que según dice, es para que el “pueblo viva en socialismo,
independencia y con soberanía”: “todo es del pueblo y solo manda el pueblo”.
Los muertos y las precarias condiciones económicas y sociales de vida, son solo
las “necesarias cuotas de sacrificios”.
Y también, hay algo que se ignora
u oculta: y es que el concepto que la Ciencia -la biología, la física, la
química, la medicina, entre otras- define para la vida es totalmente distinto al que en la práctica social aplica la
sociedad actual. Una cosa es la teoría, y otra la práctica. Una cosa es lo que
se dice –racional, lógica, incluso, el sentido común-, y otra es lo que se hace.
En síntesis, en el mundo, la élite dueña de la riqueza material ordena, y la
mayoría social -el hombre común- como esclavo obedece. Y esto es la vida en el
tiempo de hoy. Entonces, ¿cuál ser social? ¿cuál vida?