Al hombre
al hombre
no el de este mundo
ni el de su tiempo
menos sus circunstancias
entonces ¿a quién?
al hombre
al hombre
que talla la piedra
que labra los metales
que ara la tierra
que lee los códigos del
cosmos
y los reescribe en su alma
al hombre
que en el campo verde
se baña de viento
enciclopedia de partituras
de músicas que lo unen al
cosmos
de donde una vez partió la
vida
Y tallando labrando
arando
leyendo
reescribiendo
bañándose en ese
viento
cordón umbilical
al cosmos
otra vez frente
al fuego primitivo
portando en lo
hondo de su Ser
la acción de
todos estos gerundios
construir el
verdadero vivir
y su hombre real
y auténtico que
en simiente ya existe en la Tierra
anidado en el
tiempo porvenir
y que desde allí
hace planes
con su amor poblar
el universo
para que el
vivir que construye
sea un recinto solo
para amar
El poema que a continuación publicamos lo tomamos
de http://embusteria.blogspot.com/ Y lo hacemos no tanto por lo que nos dice de
un vivir del presente, sino más por el significado que tiene este vivir para un
vivir del futuro. ¡Y como le hace falta a esta humanidad que hable y haga un
tiempo presente sólo para hacer futuro! ¿Y será que no puede hablar –y hacer-
este tiempo, porque sería negarse a sí misma? Entonces, obliguémonos –construyamos-
a un vivir como éste para que esta negación se haga profunda, rotunda,
absoluta, y al fin, borrada. Y en contrapartida, abra otro espaciotiempo,
aperturar la época humana – hoy estamos en la cuasi humana- para una humanidad que le corresponda. Y por eso le
antecedo esta brevísima nota que titulo Al
hombre, pero al hombre del tiempo porvenir que en Don Anselmo hombre está hondamente inscrito.
Viernes, diciembre 26, 2014
LOS PARCHES DE LA EXISTENCIA
A Salvador
Un hombre pasa la vida sobre los
parches de la existencia galopando
en el plumaje de un ruiseñor
Tiñe sus bolsillos del rubor de
las peonías y lleva mojado
su ajuar con el agua de una quebrada
que le da de beber a las estrellas
Un hombre con un machete se
va al bosque a nutrir de leña su
fogón mientras desgrana el maíz que
arderá sobre sus fuegos
Abre surcos en la intemperie de
un campo sin cercas para ver crecer
la espiga de una mazorca que
guarda
su dulzor en la estación de las lluvias
Un hombre recorre las noches
con su sola sombra a cuestas
recogiendo las historias sin fin
de un tigre empeñado en robarle
la sonrisa
Espanta fantasmas y ensambla culebras
sabe que la muerte es una aventura
con la que se topa una sola vez
Un hombre moldea con sus manos
el barro hasta convertirlo en amasijo
para levantarle un recinto a su Julia
le prende una flor a la ventana
y se va buscar los ciruelos que aroman
sus amores
Astrolabio o instructor de luciérnagas
repasa el cielo como si fuese un agrimensor
para establecer el tiempo de las cosechas
y la migración de las semillas
Dirime el nacimiento de un
ternero y de un ave con una sola
mirada y ordena los días al compás
del vuelo de los patos de la laguna
No hay trocha que no desande
ni atajo que desconozcan sus ojos
de pozos serenos
Desde su silleta la geografía es
una ciencia inédita y sus dedos
saben anunciar las sequías
Puede transportar dos barriles
de sueños en el arrecife de su
espalda y seguir erguido hasta
el portal de las auyamas sin que
una sola grieta trastoque el sabor
de las matas de onoto
Conoce de hechizos y menjurjes
conserva inscrito en el viento un
abecedario de hierbas y un instrumental
quirúrgico para picadas de arañas
y mordeduras de culebras
En sus manos inmensas al sol se
posa sobre el horizonte para
regalarle a los polluelos su
canto nocturno mientras el
revisa la creciente de luna y el
pedestal de sus árboles de mamón
Sus conversas comienzan desde
el inicio del mundo y dan cuenta
de cuanta cuita adormece en los
párpados de los hijos o del canto
extraviado de algún nieto que
dejó hace mucho el bahareque
de sus ilusiones
Su sonrisa siempre va atravesada
de una tristeza de crepúsculos
y cuando se le fue su Julia del patio
de las chirimoyas a sembrarse
en un horizonte de aguaceros
aquel hombre de esencias se
le quebró su estirpe de árbol
se apagó el lucero que cargaba
sobre el pecho y se quedó
adherido a aquel fogón de donde
manaba pan de horno y aquella
hogaza de maíz de maíz que nutría su alma
Ahora desde su silleta le entrega
al silencio el bordado mágico de
su palabra y se va tragando los días
como un almácigo de tentaciones
El dolor le crispa aquellos pasos
que sabían de abismos y follajes
y ahora se tienden sobre el
solar del vivir como un tiempo
inmóvil en el cual solo a veces
vuelve a incendiarse de sonrisa
su rostro de dulzura y panela
En ese hombre cabe la ternura
en sus trazos más alto
y hoy cuando alcanza noventa
circunferencias de un calendario
sin números uno ha aprendido
que en él la vida adquiere una
dimensión de señorío que dibuja
porvenires sobre esta pobre y
triste tierra en la que hoy sólo
prevalece la desmesura
En ese hombre que atrinchera
en sus predios un cuatro en boca sólo
para dispararle a los malos sueños
se conjuga la humanidad que habrá
de aposentarse algún día en el
hemisferio de las alegrías
Y para celebrarlo aquí le dejo
el cometa que nos construyó para
que aprendiéramos a coser los días
con hilos de lumbre a consagrar
la tierra como la casa sagrada del
hombre y a apacentar las noches
turbulentas en el manso río de
la armonía
Texto/Mery Sananes
Foto/Danielita Barrolleta
23 de enero de 2014