jueves, septiembre 12, 2013

Guerra guerra Siria Siria



Un niño sirio que se atreve mirar afuera de la carpa de refugio

La risa ya no está
porque fue espantada
pero dejó su huella
en un rictus que se marca
sobre un rostro temeroso
con algo de esperanza
para que nunca olvide
que debe volver
Y cuando vuelva
otra vez será risa libre
compañera siempre de
esos ojos como océanos
donde cabe toda la vida



Aprovechemos el caso de Siria para hacer una reflexión. En la historia del hombre tanto en la del que viste “ropa ordinaria y zurcida” como en la del que usa “ropa elegante y bien confeccionada” ¿podrá existir algún tiempo de vida sin guerras? Si apelamos a los dioses de la mitología egipcia, griega, romana, oriental. O a las narraciones de la Biblia, Corán, Budismo, Taoísmo, Confucionismo –por ser fuentes a nivel de los pueblos-, constatamos que siempre esa historia ha estado jalonada  por guerras. Y aún, en el presente, voces de sus sacerdotes, pastores, profetas y políticos, no cesan de exhortar la sangre-lágrimas en las “proezas” de sus sucesos. Para no ir tan lejos en el tiempo, todavía las sombras de las guerras mundiales siguen sacando sus manos instando a que continúe su legado a nivel de guerras regionales –con armas nucleares y convencionales-, intercalando entre ellas, de vez en cuando, la amenaza de una tercera guerra que tendría que ser nuclear. Y atizando las brasas para que se mantenga encendido el fogón de los conflictos está el permanente discurso de la diplomacia internacional: ellas es un “arte” moderno de la política de la mentira, ironía, hipocresías, burlas y halagos para defender lo indefendible y justificar lo injustificable en la conducta de la riqueza y del Poder.

Pero una guerra nuclear ¿no significa la destrucción de la humanidad, y en general, la vida en el planeta? Nadie lo niega. Pero, ahí están los arsenales de armas nucleares, esperando la ocasión Y esta 3ª guerra ¿acaso es una amenaza-chantaje entre las naciones en su juego de ganar o perder posiciones? ¿O es un “alerta”, como decir, “ahí viene el lobo”, para señalar la “línea roja” que unos pueden pasar pero otros no? Pero sea “amenaza” o “alerta”, es indudable su posibilidad. En todo caso, es un condicionante de la vida en el Planeta. Mientras, la  Institución “ciencia” no cesa de producir éste arsenal, junto a las no nucleares, gastándose un inmenso presupuesto. Sólo en ojivas nucleares, misiles y submarinos –y reparaciones- se gastan 100.000 millones de dólares cada año. Cifra que si se invirtiera en la pobreza y hambre mundial, éstas desaparecerían de la Tierra. Pero esto  es una “ilusión” pensarlo, porque solo se invierte en ésta rama para mantener las guerras -presente y futuras-, y con ellas, esta pobreza-hambre. Entonces, ¿a quién importa la vida, y su planeta? Lo que sí sabe que importa como fin mayor es el lucro.








¿Guerras regionales antesala hacia otra guerra mundial?
              
Y como herencia, cada país, por pequeño que sea, tiene su Ejército y arsenal de armas, cada vez más modernizado, y con un presupuesto cada vez más elevado. Su función es esperar al “enemigo”. Y una gran parte de la Ciencia, hoy está al servicio de la guerra, inventando más armamento de alta sofisticación. ¿Y qué es un Ejército? Una organización bélica, un conjunto de hombres entrenados-educados para matar gente. No produce ningún bien o servicio para el consumo colectivo.  Es por naturaleza improductiva, sólo espera la guerra ¿Y qué es un soldado, un capitán, un general, etc.? Un hombre formado-entrenado-educado para matar a otros hombres. Sólo es un “profesional” para matar ¿Y los hombres se conocen entre sí? Jamás, pero una “Educación”, que tiene como centro vital el concepto de “patria”, los transforma mutuamente en “enemigo invidente”: un hombre de una “patria” odia a otro hombre de otra “patria”, y está dispuesto a liquidarlo. Y esta es la idea-dogma básica de la guerra. Pero su fin último, verdadero y consustancial -escondido, camuflado en el concepto “patria”-, es atesorar y defender intereses concretos socioeconómicos y de poder-mando para la élite que gobierna. Pero la guerra ¿siempre será la actividad del hombre para hacer historia? Para éste tiempo, para ésta historia actual, si lo es.


Un niño sirio herido mira ¿el arma o al soldado?
¿Y en él cuáles ideas y sentimientos?
Y como testimonio de este tiempo –aparte de otros-, está el Medio Oriente, herida honda de la Tierra que pareciera nunca “cicatrizar”, pero si constantemente sangrar. Su historia ha sido –y es- masacres tras masacres. Y en particular, los niños en los distintos “bandos”, son “símbolos” elocuentes: unos, muertos, otros transfigurados por el odio, y otros muchos marcados por las torturas, migración, los refugios, la orfandad, el desarraigo. Aún está fresca la crueldad de los acontecimientos de la ex-Libia de Gadafi, y no hace mucho, los de Egipto. Y ahora, la interminable masacre de Siria, con su marca original –aunque no es la única- los ataques con armas-gas químicos contra la población, que dejan más de 1420 muertos, y alrededor de 500 niños liquidados con el gas “sarín”. ¿Y pudiéramos tener el “alivio” –una ironía cruel- que estos conflictos sólo fueran en este territorio? No, porque se pueden hallar en otras regiones del mundo: América Norte y Sur, África, Asia, Oceanía, bien en forma activa o bien en latencia como si fueran volcanes. Recogemos y damos un “retrato” parcial de Siria:

Abdul Majid de 14 meses/herido por na bomba





Víctimas del ataque químico                                                          




                                                                



Entonces, ¿para qué sirven, qué hacen los Organismos continentales o mundiales, en particular, la OEA, la ONU? Al parecer, ¿para que sigan las guerras en formas periódicas y alternativas? Y para que los imperios-poder, EEUU, Rusia, Reino británico, Europa, Japón y China sigan en sus papeles históricos de gendarmes-jueces: alternativamente, unos invadiendo, otros apoyando-financiando, en una abierta competencia entre sí para intercambiarse la hegemonía. Y mientras guerrean -entre ellos mismos o contra sus aliados o enemigos- conciertan los grandes negociados multimilmillonarios –en dólares, euros, liras, yenes, oro, como “conchas de ajo”- Y el escenario del mundo -la población mundial o continental o regional- en el papel histórico de suministrar las víctimas. Y en verdad, en la práctica, es la creación, también histórica, de la insensibilidad del hombre ante la muerte-destrucción.

Y la llamada humanidad, doblada y “rodillas en tierra”, superviviendo sobre la faz de la Tierra, mirando desde abajo la frente del rico poder, en manos de la élite o minoría, siempre gobernante-dominante. ¿Hasta cuándo soportar esta escisión? Y mientras, en Siria siguen cayendo centenares de víctimas bajo una dinastía familiar-personal: los Assad, que ya suman unos 50 años de poder-mando, seguimos bajo la lluvia de titulares e imágenes: “EEUU se prepara para la intervención militar”, aunque da una pausa de espera“, “465 niños murieron gaseados en los ataques químicos”, “Rusia se opone a la intervención, y sigue suministrando armas y todo lo que pueda al gobierno de Siria”, “Se negocia el conflicto en Ginebra”  “Siria acepta la propuesta rusa de poner bajo control internacional su arsenal –uno de los más grandes del mundo- de armas químicas” “La ONU debate quién es el responsable de los ataques químicos y si autoriza o no la intervención militar”, etc., etc., etc. Los titulares se “esfuerzan” por esconder el nulo interés real por resolver la situación. Pero, ello no es posible. Su sola lectura lo pone al desnudo. Y preguntamos ¿es información o práctica de insensibilización? Lo cierto es que Siria es y será otra huella sangrienta imborrable.

Y hasta hoy, ésta es la Siria que la guerra –ya para 3 años- deja: más de 2 millones de sirios refugiados y más de 1 millón son niños –y sigue en riesgo 4 millones de niños-, unos 500 niños asesinados con gas “sarín”, unos 100.000 de muertos, una economía destruida, una sociedad que “vive” bajo matanzas y bombardeos, y una población marcada con imborrables hondas huellas de guerra. Y un sirio pregunta al mundo “¿Acaso, nuestra sangre es más barata que la suya?”  Y nosotros repreguntamos ¿Así, cómo realmente vivir un futuro cierto? ¿Y esta gigantesca deuda humana quién la va saldar? ¿Cómo, cuándo hacer realidad el mensaje de la paloma de Picasso?