Y viejos olores de
ayeres…
que huelen a
infancias vividas
pero con futuros
postergados
almacén de las
esperanzas que
se empujan en
largas esperas
en ese duro
combate por vivir
¡cuándo los cuentos de niños
han de hacerse una realidad!
Y en un día sábado de los tantos…
esperándole está el
banco que mira
¿cuántos
aconteceres y/o confesiones
su cotidiana mudez habrá
testificado?
su cuerpo y su alma se sientan
soltando sus ambulantes miradas
por aquella calle abrumada en silencio
indolente acostada contando las huellas
¿y ellas podrán servir
para fundar vidas?
y algunas casas entreabren sus puertas
como esperando o despidiendo…pero
otras cerradas como si ya no tuvieran
a quien esperar o a quienes despedir
Pero en las tardes
su quietud la rompen
pasos que arrastran
hombres y mujeres
que regresan a sus
casas bajo aquel
fardo de esperas que
indolentes se
dejan caer sobre la
inmutable mesa
que los recibe con
sus manos vacías y
sus rostros el hambre palideciéndoselas
ganada en el comercio
de sus dignidades
Hombres y mujeres de distintas edades
que cotidianamente salen a pescar en los
pozos de la sobrevivencia para luego regresar
sintiéndose menos hombres y menos mujeres
e inexorable sus existencias van cubriéndose
de la inadvertida pesadez del envejecimiento
Plaza El venezolano/Caracas/Venezuela |
Y estos son gente de Venezuela
que creciente
pueblan sus espacios
con cerrojos de
muros de alienaciones
que les va
enmudeciendo sus sentidos
¡apenas sonreíres monólogos que a
veces logran intercambiar pero sin
alcanzar una plena comunicación!
Y la calle que el banco mira
persiste hablar en silencio enrarecido
bajo tenues rebotes de ruidos urbanos que
leve amortiguan los pasos de sobrevivencias de
los hombres mujeres con su carga de ilusiones
rotas por las
largas ausencias por las escaseces
las desesperanzas y por la imborrable actitud de
esperas como si ellas hubieran acordados existir
bajo el duro miedo de perder la mendicidad que
les alcanza algunos mendrugos a su existencia
pero allá lejos la
esperanza le hace señas…
¡Oh terrible mundo cuándo cambiar!
pero ciérrense noches
para abrir en
otros días mientras el banco mira
y el cuerpo con su
alma continua
aposentándose y
levantándose
hasta que uno de sus
tantos suspiros
logra avizorar un mañana de auroras
como aquellas
florecillas amarillas
brotando en el suelo
seco del patio
Gente de Venezuela!
duro su testimonio en
este oscuro día sábado
como un
simple muestrario de su padecer
que le construye trágica historia
pero sin nunca dejar de anidar
las esperanzas de las aguas
de lluvias reflejando
luces de
otro tiempo de vida venidero
Y ante esas luces
hambrientas
¿podrá el hombre arrancarse
el tiempo de sus máscaras
y por fin! lucir su propio
rostro cuerpo y alma?
Ediciones jaced
Y hemos vuelto... |