jueves, mayo 07, 2009

UN CANTO A LA VIDA


Ninfea_Claude Monet

Varios hechos conmocionan a este espacio. Optimismo, como la vela blanca de un velero, en el acto de vivir. Alta vibración de las cuerdas de nuestro infinitésimo cósmico interior. Y la “procesión camina por dentro” -como suele decirse-, tañendo tonadas en cada fibra del ser. Y todo va a ocurrir a partir de mediado de Abril. Hechos que configuran un gran evento, y tal, lo contamos.


Y así queremos evidenciar -en forma general- que nada ocurre aisladamente. Todo suceso, con justificación y sentido -cualquiera sea su significado y dimensión-, responde a una necesidad histórica. Y por ello, todo en el conjunto hombre, sociedad y naturaleza, así como lo que acontece en cada uno de ellos, está dialécticamente interrelacionado. Y este Sistema, en el Universo. Su “mecánica” se expresa en una cadena de causas y efectos. Es un Todo dialéctico.

Y sostenemos la tesis, que de la misma manera que la “partícula elemental” es al átomo, éste a la molécula, y éstos a la materia, al universo, igualmente el niño es a la sociedad, a la humanidad, y en general, a todo el universo vivo. Como esa “partícula elemental”, el niño es la “célula” primaria, la más vital para el desarrollo humano. Y su esencia interior -lo que trae al nacer-, al crecer, desarrollarse -en condiciones idóneas-, asegura la conformación del humano, el verdadero hombre, el auténtico ‘ser social’. Si esta ley no se cumple, se llega a una sociedad, como la de hoy, que niega esta esencia humana. Y esta es la gigante y hermosa tarea que debemos realizar.



Mes de Abril, con su sol, sus lunas, y sus estrellas fugaces, y sus conjunciones de astros, muy febril prepara su adiós. Pero jura, un siempre volver. Y muy adentro, en sus entrañas, mece vientres de madres acunando hijos, acomoda el dulce lecho para todo un “jardín” de flores, y tiernamente, sopla su brisa fresca para “partear” a esos vientres, al hálito de las chicharras –mudan en 5 estados ninfales bajo tierra, de 13 a 17 años. En la 5ª ninfa salen en vuelo y terminan en un gran canto-, a las lombrices de tierra, subterráneas agricultoras de la naturaleza, en tareas de fertilización -oxigeno, nitrógeno, fósforo, y potasio- de la tierra, junto al gran ejército benefactor de las bacterias y hongos. Todo una entrega para modelar, como si fuese escultor, la ofrenda al mes de Mayo. En este par de meses -a partir de mediados de Abril-, la vida ocurre a un mayor grado de intensidad, como si fuera una verdadera primavera. Y siendo así –permítanos amigo lector acotar una pregunta - ¿por qué el hombre se comporta en sentido contrario?

Y este Abril, bondadoso y alegre, entre cortas ráfagas de viento húmedo, y ligeros hilos de lluvia, da entrada, prepara la bienvenida, al sin par mes de Mayo, donde la producción de todo ser –y su entorno- sazona su madurez.


Y esta transición Abrilmayo, alrededor de la línea ecuatorial, en el corazón del Trópico -en sus constelaciones de estrellas, vemos a Orión y a las Osas-, algunos la llamamos Primavera, haciendo un símil con la Primavera de la Zona templada. Y en esplendor se abre -poco a poco-, a todas las tierras y aguas de esta parte del Planeta. Y todos seremos-los que quieren o lo sienten- mayista: humanos –partiendo del niño-, hechos de agua, viento, tierra, y sol. Y tarea primordial, es, nunca dejar de serlo.

Y este Mayo, así preparado, se anuncia obsecuente en aguas -el fértil invierno-, en sol, para ayudar a la lluvia en el parto de nuevas criaturas, y en deslumbrantes fases de luna: la famosa “luna de mayo”, que con sus mareas –pleamar y bajamar-, también participa en esta gestación. En síntesis, Mayo preside un torrente vivo. Reverbera la vida, tanto en flora, en fauna, como humana. Y se constituye en esperanza abierta: La tomamos o la dejamos, así de simple.


Y, a Mayo, Mayo, muchas canciones –el típico “galerón”, cantos de “cruz de mayo”, cuentos-, le cantan: “Mayo el mes de las flores”. Y la poesía rubrica sus colores, y la multiplicidad de sus pétalos y polen, fuente de germinación. Y en medio de ellas, emerge la galana de las flores, la “flor de mayo”: elegante, y única en su típica hermosura, llamada también, Orquídea, vestida en sus infinitos colores lilas, casi azul en muchas de ellas, y fundiéndose, en otras, en un blanco puro con hilillos morados, como la misma nieve hecha pétalos. Y su respiración, deja escapar, un sutil y fragante perfume, que todo lo envuelve. Y este ambiente invita a la vida: el grito vivir -primer llanto del niño y desperezo de las demás criaturas-, como la misma Orquídea, siempre enhiesta hacia el cielo azul.


Y en este Abrilmayo, acontece - uno de sus tantos frutos-, el nacimiento de un bello niño: Enzo, un “Principito” que ha de ser floricultor. Y como esencia de Abril, que es decir Mayo, vino hecho de agua, de sol, de flores nenúfares, y de estrellas fugaces. Y pienso, los muchos que también la naturaleza, en el privilegio de la mujer, la madre, da como ofrenda: los hijos, los niños, don natural -aún no totalmente valorados-, como la semilla primaria para generar una auténtica y verdadera humanidad. Y lo repito, y lo repetiré incansablemente: en ellos está la única fuente de salvación de este hombre, su única posibilidad de transformarse en humano verdadero ¿Cómo hacerlo? Es su problema existencial, y debería, de verdad, ocuparse de él. Pero podemos adelantar una idea general: la hermosa tarea de construir, una inmensa “Escuela” o antiEscuela (respecto a la actual) -una gran síntesis de la emoción y de la inteligencia-, la sociedad misma hecha escuela, donde el Niño sea siempre su materia prima, su principal “alumno” y a la vez, “maestro”, su única y gran ocupación vital. Y en ella ha de nacer, formarse y renovarse constantemente como un solo proceso desde el vientre materno, durante su crecer y desarrollo, hasta la vejez, y llegar al auténtico “Abuelo”, fruto maduro de este niño. Y en este proceso, constituirse en verdadera humanidad.


Y este niño, Enzo, como tantísimos otros - como el rocío en su hacer de ríos- es uno de los hechos que nos estremecen, redefinen: el optimismo por la vida. Por supuesto, él es continuación de otros: Jesús Alejandro, Sebastián, Gael, los “morochines” Daniel y Miguel -también de Abril-, Carmina -la princesita” "Palila”-, y ahora, Enzo, y muchísimos más.


Y ellos son la convocatoria para un nuevo amanecer, en nombre de todos los niños del mundo, de ayer, de hoy y de mañana, pero no como un ayer, ni este hoy ni ese mañana, tiempo dividido, sino como niños de un solo tiempo, abiertos, como la “flor de mayo”, la Orquídea, hacia un sostenido tiempo futuro, único tiempo del verdadero humano. Con Enzo estamos de fiesta, mejor dicho, continuamos, en fiesta. Y Mayo, con todos estos atributos, llama a la vida, y nos adorna con la flor de mayo, la galante Orquídea.



Y en paralelo, otros acontecimientos ocurren -están ocurriendo- al alcance de nuestros sentidos. En este momento, no hay rincón en el Trópico donde no se esté suscitando la vida: una primavera. Y es una gran oportunidad para ejercitarla con emoción. Y como simple ejemplo, allí mismo, en el balcón de la casa, desde unos días, una pareja de palomas -plumaje grisazul brillante, negro suave las puntas de sus alas, y cabezas grises con verde escarlata-, prepararan sus amoríos entre sus “turrucutú” “turrucutú”-un canto de tonos bajos que nos remite a la infancia- incansablemente repetidos, estrujamiento de sus cuerpos en pequeños círculos, pico con pico, todo un rito –cortejo- jurando su unión, su amor, en el cual, el macho “pisa” a la hembra. Luego, se entregan –más ella que él- a la artesanía nidal: el macho le trae ramitas y palitos secos, y con ellos, la hembra construye el nido. También participo, acomodándoles un lugar tranquilo con tierra cálida.


Y pasados los días, pone un par de huevos, de blanco y ligero marrón tierra. Y ambos, alternándose en turnos, inician la incubación. Todo un breve tiempo -17 días-, en “artesanía” de la vida que será: la gestación. Y más adelante advendrá una nueva vida: los pichones.



Y todo ocurre a plena vista. En esencia, es un proceso, que también se da entre el hombre y la mujer: bello hecho que otorga la íntima condición humana, la cual, por las circunstancias de la actual vida, apenas se manifiesta, queda guardada, quizás, en espera de otro tiempo de vida, más favorable.

Y sintiendo este hacer de la vida, me es imposible dejar de “meterme” contra este hombre, y cabe preguntarle, ¿Y tú no ves, no siente, lo que allí ocurre, lo que está ocurriendo frente a tus ojos? ¿no se te remueve nada por dentro? ¿qué ocurrió en tus entrañas para cambiar tanto? ¿a dónde vas? ¿por ellos, por la verdadera vida, no puedes dejar tus “importantes” ocupaciones? Y este casar de palomas, se afanan en su tarea. Y todo el calor del mundo, sintetizado en sus pequeños cuerpos, alimenta este amor, este par de huevos. Ambos, pacientes esperan, con mucho celo, el nacimiento para prolongar su existencia. También espero, Y en este esperar, no puedo dejar de pensar en el actual hacer del hombre.

Y todo ocurre en un ambiente sonoro. Enzo –todos los niños del mundo-, los dos huevos de la paloma –todos los huevos del mundo-, las chicharras -toda pequeña criatura del mundo- buscando árbol donde cantar, el fértil trasegar de las lombrices de tierra, las infinitas nidadas de pájaros, los vientres de madres, listo a la “explosión” de nueva vida. Y todo este soplo vital, dándose dentro de la tierra, y arriba de ella. Y encima, en el cielo profundo, el rodar del carrusel de estrellas. Todos juntos y en armonía, percibiendo el exhalo perfume de las “flores de mayo”.


Repito, todo ocurre bajo un múltiple timbre sonoro: un gigantesco concierto coral: el canto de las chicharas, en tonos sopranos y timples. Y este canto, interpretado por millares de chicharras en tonalidades sostenidas y altas de la escala musical, llega, al unísono, al oído humano, en un coro solista, sin distorsión sonora. Y con este canto coral, desde mediados de Abril, llaman a su pareja para aparearse, y dar continuidad al acto de vivir. Y la poesía cuenta, que a la par de este sagrado acto, anuncian la llegada del invierno, en hermana alianza con el soplo del viento. Los ríos, las nubes, las hojas, las raíces, y toda la tierra con sus simientes, en anhelo, quedan alertados, sobre la venida próxima del invierno. Y todo un polifónico susurrar sostenido, en bajo y adagio, emerge de todos lados dando gracias a las chicharras, y arriba, se une al coro de flautines. Y es el mes de Mayo, el breve tiempo escogido, para que empiecen las lluvias bajo el canto de chicharras. Y así, para la tierra de esta parte del trópico, empieza la época de invierno, para más adelante –diciembre enero-, entregar el oficio floricultor al verano. Y siga la vida bajo esta armonía.




¿Y cómo se las arreglan las chicharras para producir su canto en armonía? Habría que vivir –de verdad- dentro de la naturaleza, y en amor con ella, para obtener esta respuesta, comprenderla, y asimilarla. Y se trata de un hecho simple, como la vida misma –la verdadera- que es simple.

¿Y cuál es esa vida verdadera de la que hablamos? La opuesta -y sin reconciliación-, a la que hoy se llama “vida”: una verdadera, como la de estas chicharras, la de este casar de palomas que hacen vida en mi balcón, las de las nidadas de los pájaros, la de las lombrices de tierra, la de la oruga haciéndose mariposa, la de los redondos vientres que abren como frutos, como en Enzo que acaba de nacer, la de los niños que todos los días nacen a la luz, y vienen –como él- a sembrarse para hacer humanidad. Y esta tarea –la siembra- apenas ha comenzado. Y para ella, y solo para ella, los niños nacen, vienen a este mundo, y seguirán naciendo, viniendo, hasta que logren obtener “buena cosecha”: la verdadera humanidad, y con ella, la vida humana.

Y cierro, este cuento en nota mayor: vida de Mayo, con el trozo de vida, que es mi madre, Carmen Susana -y de todas las madres del mundo-. Y les cuento, que ella, por esta misma época hizo sus preparativos de viaje, hacia otras ignotas dimensiones. Porque ella, ante todo, fue y es, marinera, hecha de sal, tierra, agua y viento. Y con estos atributos, en un amanecer, bajo la luna llena de Mayo, elevó ancla, y se fue a sembrarse en las profundidades del mar, quién un día la vio nacer, y hacerse mujer, ante todo, madre. Y hago constar que hablo de ella en tiempo presente y futuro, un solo tiempo de vida, que aspiramos sembrar.


Y como arriba dijimos, todo se da interrelacionado, un significado para unirse a otros, para converger en una totalidad, que es la vida misma.

Beethoven
La Primavera_Sonata violín y piano Nº 5 Opus 24
http://www.youtube.com/watch?v=OlhyU8_0FR0


Antonio Vivaldi
La Primavera_4 Estaciones
http://www.youtube.com/watch?v=0htwQ2YDhM8